jueves, 10 de noviembre de 2016

CAPÍTULO 43
*narra Manuel*
Manuel: Tome asiento, bacalao. - bromeo. Tengo la necesidad de que todo vuelva a la normalidad.
Ana: Hace un rato has hablado de esa noche donde me regalaste un carpesano con citas que te recordaban a mí, a nosotros, - me recuerda, meciéndose tranquilamente - pues desde que la tengo en mis manos he ido añadiendo fotos y citas, inmortalizando nuestra relación.
Manuel: ¿De veras? ¿Y por qué nunca me lo dijiste? Podría haber colaborado... 
Ana: Quería que fuera en un momento especial. La empezaste tú, la he continuado yo y quiero que la terminemos juntos. Si te parece bien, claro. 
Manuel: Yo... creo que no la terminaremos. - Ana me mira interrogante - Más que nada porque creo que no tenemos fin. - quizás no sea justo decirle esto, después de haber sido yo el que ha roto la relación de pareja, pero... en los últimos días algo ha cambiado. Me siento con fuerzas renovadas para volver a intentarlo. Ana evita tocar el tema espinoso, ya que me tiende la libreta, con una página abierta. Aparece una foto de los dos, profundamente dormidos y muy abrazados. Es inevitable que se me forme ese nudo en la garganta, al recordar todas las noches compartidas a su lado - "A veces tengo la sensación de que - empiezo a leer la frase que está pulcramente escrita debajo de la foto - cada parte de mi vida es tan diferente del resto que estoy constantemente visitando otro planeta".
Ana: Es de "Un verano en Nueva York". Me identifico totalmente con Carrie. 
Manuel: Bueno, la verdad es que una persona muy normal no eres. 
Ana: Qué aburrido si lo fuera...
Manuel: Por supuesto. - me fijo en la siguiente foto. Está Ana, sola, contemplando la inmensidad del mar. Leo la cita - "Nunca estamos infinitamente lejos de aquellos a quienes odiamos. Por la misma razón, pues, podríamos creer que nunca estamos absolutamente cerca de aquellos a quienes amamos".
Ana: Si las pesadillas no se van, es por algo, es porque nunca voy a poder alejarme infinitamente de eso, ya forma parte de mí. Esto ya está asumido, sin embargo, me preocupa la segunda parte, nunca estaré absolutamente cerca de ti, hay algo que siempre nos acabará distanciando mínimamente.
Manuel: ¿Recuerdas que somos como imanes? - asiente - Pues piensa en el presente. Quizá nos hayamos distanciado, pero hemos vuelto a encontrarnos... - ella baja la mirada, yo también y me centro en la siguiente página. Volvemos a ser nosotros, sentados en medio de un parque, compartiendo un libro, "La piel fría", concretamente, justo el libro donde reside la cita anterior. - "La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros. - sigo leyendo - Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido..." Este fragmento es una pasada, refleja tanto el sentimiento de los lectores que profundizan tanto en las historias... 
Ana: Solo los frikis como nosotros entendemos a Bastián. ¡Choca! - levanta su mano y se la choco. Miles de descargas eléctricas recorren mi cuerpo con este simple contacto.
La siguiente página está formada por una escueta cita y una foto donde salimos Ana y yo agarrados a la cuerda que ella colocó en El Árbol del Ahorcado, esa cuerda que nos transportaba a Terabithia.
Manuel: "Haz una foto, duran para siempre". - leo, emocionándome, "Un puente hacia Terabithia" siempre lo consigue.
Ana: "Take a picture, last longer" - susurra, con los ojos vidriosos.
Manuel: ¿Qué habrá sido de esa cuerda? - me planteo.
Ana: Ni idea... Cuando visité a los de la tercera edición, seguía ahí. Pero siempre estará en esta foto y en nuestros recuerdos... 
Manuel: No habrías podido escoger una frase mejor... - hago amago de pasar la hoja, pero Ana me quita rápidamente el carpesano de mis manos. - ¿A qué ha venido eso? - me hago el afectado. Ana ya se ha ido lejos de mí para que no la coja.
Ana: ¡La siguiente página no puedes verla! ¡Tienes que pasar directamente a la última! - me informa, mientras la persigo. Al final acabo atrapándola, intento hacerle cosquillas para debilitarla, pero tiene muy buenos reflejos. Después de un intenso forcejeo, terminamos los dos en el suelo y con el carpesano en mi poder. Intento ver qué hay en la hoja que Ana me quería ocultar. Distingo una foto mía, solo, pero no logro leer bien, ya que la chica de ojos marrones sigue intentando quitármelo.
Manuel: Vamos, no será para tanto... - pruebo con otra táctica. Ana, muy decidida, tapa mis ojos con su suave mano, su olor me atrapa, ese gesto ha conseguido embotarme la mente y olvidarme de cuáles eran mis prioridades, ahora lo único que deseo es que nunca suelte mi mano, así que busco la que tiene libre y entrelazo mis dedos con los suyos. Noto que su inicial decisión merma tras mi inesperado movimiento, pero no rechaza mi mano.
Ana: Prométeme - me ordena - que no vas a mofarte de mí.
Manuel: ¿Cuándo he hecho yo eso? - me hago el tonto.
Ana: Promételo. - insiste.
Manuel: Está bien. Sea lo que sea que esté ahí escrito, por muy estúpido que me parezca, no voy a reírme. 
Ana: No lo has prometido.
Manuel: Qué tiquismiquis... Prometo que no voy a reírme. 
Ana: Bueno, lo doy como válido. - aparta su mano, abro mis ojos y dirijo la vista al papel. 
Manuel: "Me gustaba mucho, mucho, mucho. - empiezo a leer, sonrojándome, porque claro, se refiere a mí - Me gustaba que hubiera terminado su historia nombrando a otra persona. Me gustaba que hubiera lanzado tiros libres angustiado. Me gustaba que fuera profesor titular en el Departamento de Sonrisas Ligeramente Torcidas y que compaginara ese puesto con el de profesor del Departamento de Voces Que Hacen Que Mi Piel Se Sienta Piel". - se me escapa una risita.
Ana: ¡Idiota! ¡Te has reído! - me pega en el hombro, aparentemente avergonzada.
Manuel: Así que - carraspeo e intento poner voz sexy - mi voz hace que tu piel se sienta piel. - para finalizar, añado un guiño de ojo. Lo sé, ridículo.
Ana: Definitivamente, - me contesta, con aires de superioridad - prefiero a Augustus Waters.
Manuel: ¡Gus no hace que tu piel se sienta piel! - replico - En cambio, - vuelvo a poner el intento fallido de voz sexy - Manuel Esteve lo consigue. 
Ana: Anda, tira, ¿ves por qué no quería que lo leyeras? Te crees superior a Augustus y eso nadie nunca lo va a conseguir, pls - se ríe - Te falta una. 
En la última foto, salimos Ana y yo sujetando mi trofeo de Masterchef Junior.
Manuel: "Podría imaginarlo, podría recordarlo, pero no podría volver a verlo, y se me ocurrió que los sueños que se hacen realidad nunca sacian la voraz ambición humana, porque siempre pensamos que podríamos volver a hacerlo todo mejor".
Ana: Siempre. Siempre. Siempre se puede volver a hacer todo mejor... Dichosa voraz ambición humana... 
Nuestras manos siguen entrelazadas.
Manuel: Yo hice un sueño realidad... Y si pudiera volver al pasado, arreglaría los errores.
Hago círculos con mi dedo índice en el dorso de su mano.
Ana: Quizás no es necesario volver al pasado.
Ella me aprieta con su mano.
Manuel: Quizás podamos arreglar los errores en el presente.
Muevo mi mano libre y le acaricio delicadamente su mejilla.
Ana: Y así superar el pasado.
Ella posa su otra mano libre en la mía, la que le está acariciando la cara.
Manuel: Creo que volvemos a ser invencibles.
Y por fin me decido, por fin me aproximo lentamente a ella, dispuesto a empezar a arreglar los errores del pasado con un mágico beso. Sus labios se encuentran a milímetros de los míos cuando un inoportuno y estridente sonido me sobresalta y consigue que me aparte involuntariamente. Al darme cuenta de que el sonido proviene de nuestros móviles, me entran ganas de arrojarlos a un precipicio. 
Cojo mi móvil, me levanto, malhumorado, y reviso mis notificaciones. Es la cuarta pista del dichoso torneo que lo ha fastidiado todo. Ahora mismo solo me entran ganas de abandonarlo para que no me puedan llegar más correos que estropeen momentos como estos.

Ana: " Esperemos que tengáis clara la misión: - lee, todavía sentada en el suelo, por su tono de voz también parece muy molesta - compañeros de edición, menú vencedor, 90. Ya que mañana al amanecer en la puerta principal os esperamos".

martes, 2 de septiembre de 2014

Érase una vez...

Érase una vez una chica que se pasaba la gran parte de su vida leyendo. Leer siempre había sido su actividad favorita, pero no lo hacía simplemente en su habitación, en su espacio, sino que tenía la capacidad de ejercer dicha actividad en la mayoría de lugares. En una sala llena de gente con un ruido ensordecedor, caminando por la calle, en cualquier transporte, tumbada en la playa, en la azotea… Tenía la curiosa capacidad de evadirse del mundo en cualquier situación, pero tan sólo lo conseguía cuando un libro reposaba entre sus manos.  Sus maravillosas historias la envolvían de tal manera que su mente se trasladaba a esos mundos de una manera admirablemente rápida y por mucho que llamaras su atención, la chica nunca desviaba la vista de sus preciados libros.

Pero, sin duda, había un lugar especial donde disfrutaba la lectura de tal manera que era como si de verdad estuviera dentro de esos papeles. Era su lugar secreto en el mundo, su refugio. Para llegar a tal sitio tenía un largo recorrido, y como era capaz de llegar con los ojos cerrados aprovechaba ese camino para seguir leyendo. Era un rincón escondido de un bosque cercano a su pueblo, en el cual se tenía que ascender un buen trecho, pero todo el esfuerzo tenía su merecida recompensa. Era una especie de cueva que desde su abertura daba lugar a unas vistas impresionantes de montañas, cielo, nubes y un lago. En ese lugar te podías comunicar con el mundo, te dabas cuenta de que nada es imposible y de que nuestro universo es mágico. Estamos rodeados de magia.

Un día, que podía haber sido como otro cualquiera, pero que en el fondo no lo era, porque la chica se sentía realmente triste, ya que uno de sus personajes favoritos de su actual novela había muerto cruelmente y aunque pareciera una tontería ella se tomaba muy a pecho sus personajes, eran realmente su familia y los comprendía, sufría cuando ellos sufrían y daban saltos de alegría cuando ellos eran felices.

A causa de su gran tristeza, se quedo dormida en su cueva con lágrimas en los ojos. Al despertar, estaba en medio de un lago encima de una mesa rota y con un paisaje realmente familiar. A lo lejos se veía un chico con unas rastas azules que podría reconocer en cualquier lugar del planeta. Lo había conseguido, su sueño más profundo se acababa de cumplir. Se encontraba dentro del libro, justo al principio de la historia y quizás ella podría evitar la trágica muerte del personaje principal…

Futuros imaginarios.

Nos dedicamos gran parte de nuestra vida a pensar qué nos deparará el futuro, tenemos ideas totalmente detalladas, no hacemos nada más que planear… Pero, ¿para cuándo dejamos esa acción a la que se llama vivir?

Aunque no nos demos cuenta, el tiempo vuela, y de la manera más rápida posible. Una cosa que he ido aprendiendo a lo largo de los años es que tenemos que vivir al máximo nuestras experiencias, hacer cosas, para luego poder revivirlas y recordarlas. No tenemos que esperar sentados mientras planeamos nuestra vida, porque al fin y al cabo la vida es aquello que pasa mientras la estamos planeando.


Pero también existen futuros a los que aferrarse, futuros más cercanos. Promesas que una vez que haces sabes que tienes que cumplirlas, sueños, reencuentros…
Siento que últimamente mi vida consiste en eso, en futuros imaginarios, que me llenan, que me hacen feliz pensando que algún día se cumplirán. Y quizá imaginando esos futuros podemos hacerlos reales, o quizá no, pero en cualquier caso tenemos que imaginarlos.

domingo, 12 de enero de 2014

Sueños que se acaban convirtiendo en pesadillas.

Hoy ha sido un mal día. Prefiero no enumerar todas las cosas desastrosas que me han pasado porque lo único que conseguiría sería sentirme peor de lo que estoy.
Salgo por la puerta de mi instituto y lo veo. Veo a la persona que consigue que en mi barriga se despierten esas mariposas que permanecen ocultas cuando él no está. Siempre que nuestras miradas se cruzan, siento ganas de abrazarle, de besarle. Pero sé que no puedo, porque nunca ha habido comunicación entre los dos. Es duro querer en secreto.
Me desvío hacia la izquierda, camino a mi casa. De repente, noto una mano en mi hombro. Me giro y aguanto la respiración. Es él. ¿Qué está pasando? Todo esto no tiene demasiado sentido. Ese pequeño contacto ha hecho que las mariposas se revolucionen y parece que mi barriga vaya a estallar en cualquier momento. Sus ojos se fijan en los míos. Un dulce “te quiero” sale de sus labios y me besa suavemente. De fondo empieza a sonar una de mis canciones favoritas. Perfecta banda sonora para este momento mágico. Espera, un momento. ¿Esa canción no es mi alarma? ¿Estoy soñando? Claro, estoy soñando, esto es demasiado bonito para ser cierto. Abro los ojos y lo primero que veo es la pared azul de mi habitación. La alarma sigue sonando. Me levanto de mal humor y la paro. Cada noche me pasa lo mismo, este sueño me persigue, no consigo sacarlo de mi mente. Este sueño que al principio fue el más precioso de todos, se está convirtiendo en mi peor pesadilla. Es insoportable soñar cada noche con la misma escena y saber que nunca pasará, que sólo es eso, un sueño.

Bienvenidos a otro nefasto día de mi aburrida vida.

jueves, 17 de octubre de 2013

"Un viatge de mil milles comença amb el primer pas".

En cada ment hi ha present un "viatge" que s'espera aconseguir al llarg del temps. "Mil milles" fa referència a una temporalitat indefinida, perquè és un concepte totalment relatiu; pel recorregut d'aquest trajecte por haver-hi qualsevol tipus de dificultat. Si més no, la major part de les persones tenen present un objectiu a la vida.

Res arriba sol i tot comença d'alguna manera. Per això, s'ha de prendre la iniciativa i donar el "primer pas", per molt insignificant que aquest sembli. No pot haver-hi un final si abans no hi ha hagut un inici.

Sintetitzant, l'essència d'aquesta cita és la importància de ser capaç de donar el primer pas per assolir qualsevol projecte que es tingui en ment.

sábado, 3 de agosto de 2013

Capítol 1

Pujo al autocar. Ja és hora de deixar tots els records enrera, de començar una nova vida. El vehicle arranca, miro per la finestra i no puc evitar que em caigui una llàgrima. Tot això em fa pànic, però estic segura que ha estat la millor decisió que he pres durant els meus quinze anys de vida. M’anirà bé canviar de casa, d’aires, de companyies, canviar pràcticament de tot el que m’envoltava. El camí no se’m fa molt llarg, ja estic acostumada a fer-lo perquè visito molt a la meva tieta, però aquesta vegada no és una simple visita, és molt més que això. De fet, tampoc vaig molt carregada, m’he agafat lo just, roba i poca cosa més. Em vull desfer de tot lo altre, són uns records, que ara mateix no vull recordar.
Ja hem arribat a Gerri de la Sal, queda menys per arribar al meu destí. Puja un noi misteriós, és castany i amb uns ulls verds preciosos. Va vestit amb una samarreta verda a quadres i uns texans. Se m’apropa i em diu:
- Està ocupat aquest seient? – referint-se al seient del meu costat.
Aquesta actitud ja me la coneixia de sobres. Són els típics nois als que els hi agraden totes i proven de lligar amb la primera que troben, els hi és igual si és del seu gust o no. I tota indignada li vaig respondre:
- Què no ho veus? Aquest és el lloc de la meva motxilla, apa fot el camp.
Decebut, va marxar a seure’s a un altre lloc i una colla de nois i noies que estaven a fora l’autocar van quedar mirant-se’l i rient-se d’ell, potser m’havia passat una mica.
El bus arranca. Sona un mòbil, és el del noi. Se’l queda mirant i fa un cop de puny al seient, tot enfadat. El camí se’m fa bastant pesat, tinc repercussions sobre el meu comportament cap al noi.

Per fi arribem a Sort. Veig a ma tieta carregada amb les bosses de la compra i parlant amb algun conegut. Baixo molt emocionada i casi l’ofego fent-li una abraçada. El noi també baixa i va dret cap a algun camí, sembla que ja és coneix bastant aquesta vila.
- Nena, com estàs? Fa molt de temps que no ens veiem! Estic molt il·lusionada que hagis vingut aquí. Ja està tot preparat, el dilluns pots començar a anar a l’institut.
- Moltes gràcies tieta! Jo també estic molt contenta. Apa, anem a casa i t’ho explico tot.
Li agafo una bossa de la compra perquè no vagi tan carregada i explicant-nos les nostres darreres aventures fem el camí per arribar a casa.

* * *

Avui és el meu dia, he de guanyar l’aposta.
Em dirigeixo cap a l’estació d’autobusos i allà estan tots els meus amics esperant-me.
- Preparat? Estic segur que no podràs. No ets lo suficientment maco per agradar-li a qualsevol tia, no com jo. – em diu l’Eric, sempre amb el seu to de superioritat, que és desesperant, no el suporto.
- Recorda-te’n del que passarà si et donen carabasses. – em va avisar la Cinta.
- Ho tinc molt present això, però avui és el meu dia, he de guanyar. –els hi vaig respondre, tot convençut de la meva futura victòria.
- No els hi facis cas, jo sé que pots. – la Delia va ser l’única que em va animar.
Li vaig agrair que em fes costat amb un somriure.
L’autocar va arribar, ja no em podia tirar enrera. Agafo aire, pujo, li demano al conductor un bitllet per a Sort, pago i veig a una noia que més o menys aparenta la meva edat. Perfecte, a més és molt maca. Una noia rossa, amb el cabell recollit en una cua de cavall i uns ulls hipnotitzants. M’acosto i li dic amb un gran somriure i amb cara de no haver trencat mai un plat:
- Està ocupat aquest seient?
I la seva resposta no és molt agradable, que diguem.
- Què no ho veus? Aquest és el lloc de la meva motxilla, apa fot el camp.
Em quedo parat. No sé què fer. M’assento en el primer seient que trobo, i veig com tots els meus “amics”, si se’ls hi pot dir amics; es riuen de mi. Al cap de dos minuts m’arriba un missatge del simpàtic de l’Eric. <<Demà a les 6 del matí a córrer amb roba interior. Tinc unes ganes de veure com fas el ridícul! Bon viatge fracassat!>> Em sento impotent, dono un cop de puny al seient, i de la força casi l’abonyego. Ni jo mateix sé com m’he ficat en aquest cacau. Qui em manava a mi acceptar aquesta ridícula aposta? Intentar lligar amb una noia en un autocar, és la cosa més absurda que he sentit en la vida. Però abans no ho veia tan absurd, suposo que com les coses no han sortit com planejava, ho trobo absurd, sinó, ho hagués trobat genial, suposo. Tan lleig sóc? Tan antipàtic semblo perquè una noia no vulgui assentar-se amb mi? Això és l’únic que puc pensar de mi, sóc un perdedor, sempre ho he estat i sempre ho seré. Sol hem queda l’absurda idea de pensar que potser aquesta noia ha tingut un mal dia i la pres amb mi. Però aquests son els pensaments en els que et refugies quan alguna cosa no et surt bé, que la culpa ha sigut de l’altre. Així és una mica menys dolorós.
El meu viatge s’acaba, ja he arribat a Sort. Baixo lentament i veig com la noia saluda a la que potser és la seva mare. Agafo el camí de casa l’àvia. Avanço de pressa, noto com si tothom s’hagués assabentat del meu fracàs i em dona vergonya que la gent em miri. En cinc minuts ja he arribat, els avantatges d’anar ràpid.
- Héctor fill, arribes just a temps. Ara anem a dinar. – em diu la meva àvia, alegre de veurem allà.
- No t’esperàvem aquí, t’has enfadat amb els pares? – pregunta l’avi.
- No, avui tenia ganes de venir a dinar amb vosaltres. – menteixo.
I així m’incorporo a la taula i comencem a dinar contant-nos anècdotes divertides.


lunes, 22 de julio de 2013

Dar el primer paso...

¿Se lo digo o no se lo digo? Va, que ahora estoy a su lado, es un simple hola, pero es que suena tan absurdo... Estamos en el autobús, a mi lado está sentado el chico de mis sueños, con el cual solo me he hablado una vez y por obligación. Solo ha existido eso entre ambos y quiero que eso cambie, pero... ¿cómo? ¿Saludándole? ¿En serio? ¿Cómo le voy a decir hola si llevo ocho días con él? Según mi opinión, sería desastroso, porque después del hola no he pensado qué cosa interesante puedo decirle. ¿Y si le pregunto cualquier chorrada? Pero... ¿Cuál? ¿Por qué es todo tan difícil? En la vida necesitamos retos, pero la mayoría de veces nos estancamos en un obstáculo y decidimos hacer marcha atrás. No puedo tirar la toalla, no quiero ser cobarde, esta vez no, pero dado mi historial tengo miedo de no atreverme a dar el primer paso.
Su brazo choca fuertemente contra mi pierna en un gesto torpe, él se gira y me pide perdón. Corre, ahora es el momento de decirle algo, la verdad es que me ha hecho un poco de daño, pero me he quedado tan paralizada que no puedo reaccionar a causa del contacto de su piel contra mi piel. Un leve "No pasa nada" sale de mi boca. Tonta, tonta y tonta.
Ya está, puedo preguntarle por la venda que lleva en la mano, es la ocasión perfecta. La frase se repite mil y una veces en mi cabeza hasta que me decido a decírsela, estoy preparada para dar este primer tan esperado. Justo en ese momento se levanta de su asiento porque tenemos que bajar del transporte. Me mira, indicándome que tengo que levantarme. En el instante en que se cruzan nuestras miradas se para el mundo, esos ojos color chocolate son el centro de mi pequeño universo, el corazón se me acelera. Es increíble como una sola mirada puede hacer despertar tantas emociones.
Luego vuelvo a la realidad, él ya está saliendo del autobús y hago un gran esfuerzo por levantarme, era una oportunidad única y la he desperdiciado. Soy imbécil, siempre lo he sido y siempre lo seré.